Hemos tenido acceso, de forma extraoficial, a un texto en el que se cuestiona ahora, prcisamente, la Atención Primaria así como el grado de implicación de los colectivos afectados: usuarios y profesionales. Y este documento de debate sale, según parece, de la propia Dirección General de Atención Primaria, responsable única del desaguisado que existe en torno a este primer nivel asistencial; sí, con MAYÚSCULAS, desaguisado, forjado y y forzado por el propio gobierno autonómica, bien por acción, bien por omisión.
El problema fundamental de lo que en ese documento se escribe es, precisamente, la desmotivación y la individualización profesional, a la que, ciertamente, se ha contribuido desde la propia Administración Sanitaria; léase, por ejemplo, la Tarjeta Sanitaria y su incentivación individual. Y ahora se están lamentando, y lo que es peor, no encuentran salida. Se queja el documento de las libranzas laborales, cuando ellas son consquistas sociales, como tambien se quejarán cuando se generalicen las situaciones de "jubilación parcial anticipada" o las reducciones de jornada para "conciliar la vida laboral y familiar". Se quejan, igualmente, de la forma de trabajar en primaria cuando, indiscutiblemente, es la Administración la que ha propiciado tantas "categorías" en ese nivel asistencial. Se quejan, ciertamente, de sus propios errores, o lo que es lo mismo, violar, precisamente, sus decretos de desarrollo de la Atención Primaria. Y lo hace esta Comunidad Autónoma, que fue de las primeras en intentar poner en marcha este nivel asistencial, que hicieron a raiz de aquel Real Decreto de Enero de 1984.
Históricamente, y así se recoge en la Constitución Española de 1978, la atención y asistencia extrahospitalaria consta de dos partes: una, la Salud Pública (art. 43, del Magno Texto); y dos, la Asistencia Sanitaria (art. 41, CE). Pero este Gobierno Autonómico -como otros- ha pretendido "mezclar" ambos conceptos reales y Constitucionales, dando como resultado el descalabro que hoy existe en ese medio extrahospitalario.
Efectivamente, el problema radica en que es "mas vistoso" tratar un trasplante que atender a toda una Zona básica de salud, precisamente para que no llegue a necesitar nunca ese trasplante, que tanto morbo produce en los medios. Y esto no lo decimos nosotros, se lo escuchamos al entonces Consejero de Sanidad de esta Comunidad Autónoma; como tambien comentamos un día que habría que tener muy encuenta la situación real de la sociedad, que "abandona" a sus ascendientes, debido a que es necesario que los dos miembros de la familia trabajen para poder satisfacer las necesidades a las que nos abocan los avances científicos y técnicos; para lo que tuvimos la respuesta de que eso sería "un gueto". ¡Pués ahí está la realidad!, a la que no se le pone remedio.
Realmente, una cosa es protección a la salud y otra la Atención Primaria, dos ramas, perfectamente diferenciadas: la protección de la salud y la atención sanitaria. Dos ramas que, como decimos, han estado separadas a lo largo de la historia y que la propia Constitución recoge en artículos diferenciados.
Y es que cuando falla la protección a la salud entra en juego la Atención Primaria, y sólo cuando ésta es INSUFICIENTE lo hace la Asistencia Especializada. Y es así y así seguirá, por cuanto que mínimamente que nos fijemos, esto es lo que ocurre en cualquier orden de la vida. Por ejemplo, se quejan los Pediatras de un retovirus causante de algunos tipos de diarrea infantil, lo que nos está indicando que está fallando la protección a la salud.
En definitiva, el citado "documento para el debate de la Atención Primaria" no es otra cosa que poner de relieve los propios errores de conceptualización y organización creados por quienes, precisamente, son los responsables de ejecutarlos, criterios que se apartan de los establecidos en aquella Conferencia Internacional, de Alma-Ata, de 1978, como de lo previsto en aquel Real Decreto de enero de 1984, que vino a ratificar la Ley General de Sanidad de 1.986.
Ni en Alma-Alta, ni en el Real Decreto de enero de 1984 ni en la Ley General de Sanidad de 1986 se previo la Atencion Continuada apartada del Equipo, ni se establecieron los equipos de Urgencias y Emergencias, ni, ¡en fin!, se prevé que pudiera darse una situación de emergencia no prevista por el propio Equipo, salvo, obviamente, aquellas situaciones intempestivas.
No nos pueden contar que la creación de los turnos de atención continuada es una necesidad social, porque no es cierto; ni nos pueden aludir a las jornadas de trabajo, ya que esa previsión es legal, y, por tanto, previsible. No nos pueden contar la masificación en la Atención Primaria, porque es querida y buscada a propósito; no nos pueden contar que faltan médicos, porque la Atención Primaria, como tal, no estaba concebida para la Medicina, sino para la Enfermería.
En definitva, el debate debería reconducirse a aquellos postulados de Alta-Ata, de 1978, previstos en el Real Decreto de Enero de 1984 y reproducidos en la Ley Geneal de Sanidad. En concreto, lo proceden es la vuelta a los Equipos de Atención Primaria, a la historia clínica única y a la continuación de la atención continuada por parte de los miembros de esos Equipos; en todos los casos, lo procedente será dotar a esos Equipos de mayores recursos humanos y materiales. Y, en cualquiera de los casos, diferenciar lo que es Asistencia Sanitaria de esa otra competencia, como lo es la Salud Pública.
Los gestores han sido superados por sus propias creatividades y ahora piden opiniones al respecto, cuando nunca han querido escuchar otras voces que sus propias grandilocuencia. ¡Un problema!, que ahora es posible que los demás no quieran participar de sus reflexiones.
Y lo que es más grave, no queremos pensar que todo esto se debe a la fijación del Gerente del Área de Salud de Badajoz, que tiene entre ceja y ceja desde hace más de quice años, suprimir la Atención Continuada de los Equipos de Primaria. La responsabilidad de la atención continuada que pudiera demandarse, salvo excepciones, no es otra cosa que un fallo dentro del propio equipo que, como queda demostrado, ha dejado de sentirse como tal para convertirse en un "ambulatorio".
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