Los médicos celebran el no del Consejo de Estado a la prescripción enfermera: “No procede aprobar en su redacción actual el proyecto de Orden remitido a consulta”. Esto es lo que ha afirmado el último dictamen del Consejo de Estado sobre el proyecto de Orden del Ministerio de Sanidad y Consumo por la que se desarrolla la disposición adicional duodécima a la Ley de Medicamentos".
Uno, cuando ve a tanto personaje enchaquetado reuniéndose y expresando opiniones, lo primero que se preguntan es de dónde sacan el tiempo para tanta reunión, quiénes los convocan y con qué fin. Nos da la sensación que los problemas de salud se arreglan en esas reuniones. Un día sí y otro también están de reunión en reunión, y el noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento son médicos, desde el ministro hasta la última persona que anda por allí. Después llegan a la conclusión de que FALTAN MÉDICOS para anteder a los enfermos y consultantes; ¡pero hombres de Dios!, ¡cómo no van a faltar médicos si estaís todo el día de reunión en lugar de en las consultas!.
Paradójicamente, el Presidente del Consejo General de Colegios Profesionales Enfermeros se las arregla el solito; dicen que mañana celebrará una rueda de Prensa -espero que haya un periodista libre para escucharle, porque me da la sensación que lo tendrá que poner él- para volver a lamentarse -o para alegrarse- del informe del Consejo de Estado al proyecto de Orden ministerial que se le sometio a consulta sobre la PRESCRIPCIÓN ENFERMERA, que lo ha despachado con el simple argumento de que no es posible, ya que el nuevo texto de la Ley del Medicamento no autoriza su elaboración.
Así que los siete jurídicos, eso dijo el inquilino del Consejo, dedicados exclusivamente al estudio del proyecto -cosa que no nos creemos ni en broma- se habrán quedado estupefactos. ¡Que no!, que esto no funciona. Que estamos a la deriva, que no tenemos a nadie que nos defienda. Por ejemplo, vemos como un día sí y otro también la formación profesional ocupa los puestos de trabajo que históricamente han sido desempeñados por Enfermeras, y eso sin tener a un bravucón al frente de su Asociación. Vemos que a pesar de expedirse títulos oficiales de Enfermeras en Salud Mental o del Trabajo, por el propio Ministerio de Educación, no sirven para otra cosa que puntuable como mérito en las "bolsas de trabajo"; vemos, en fin, que esto no tiene arreglo.
El Consejo General de Colegios Enfermeros no sirve para nada; el único rendimiento que se le ha sacado a esa Organización está en los Registros mercantiles, y en los Aeropuertos, por la idas y venidas del que ocupa el cargo. Está tan entretenido visitando el mundo que no tiene tiempo para observar lo que sucede aquí, en nuestro País, con nuestra Profesión, y que cuando da algún mitin mira al auditorio y les dice aquello que quieren oir, ¡y se queda tan pancho!.
Es cierto, no obstante, que él solito no tiene toda la culpa, ya que existen, aunque no lo parezca, los Colegios Provinciales, pero a estos les basta con que de vez en cuando saque sus fotos en portada del Diario Enfermero, ensalzando no se qué virtudes, que desconocíamos, ¡y tan felices!. Pero esa figuras fotográficas saben que él, el inquilino, no les tiene en cuenta para nada, salvo a la hora de aprobar los Presupuestos; entonces es de lo más simpático y agradable del mundo.
En definitiva, el informe del Consejo de Estado no es algo que nos haya sorprendido, ya lo habíamos anunciado en estas páginas, ni nos sorprederá otra nueva intentona, porque no hace faltan muchas entendederas para saber que todo lo que se promueva que no sea la inclusión de la Profesión como prescriptora, el final será más de lo mismo. ¿No será esto lo buscado?.
El Presidente del Consejo General de Colegios Provinciales de Enfermeras, con la aquiescencia de la Asamblea General, nos ha quietado las esperanzas, las ilusiones y hasta las ganas de ponernos el pijama de trabajo; herramienta de trabajo que desconoce el inquilino del Consejo, ya que para él todos los días son festivos, sin tener que sufrir las arbitrariedades de esos mandatarios de la medicina que te acosan permanentemente en el puesto de trabajo; pero de esto no tiene la culpa el trotamundos, la tienen las Juntas de personal de las instituciones, a las que no le vemos sus frutos.
Una Profesión a la deriva, tal como predica una de sus acepciones, porque permanentemente te hacen consultas sobre sus nombramientos, re-nombramientos y desplazamientos, cuando no el destino final: el cese. Esto lo hacen aquellas personas que un día fueron compañeros de trabajo, y que mañana, cuando ya no interesen, volverán a sus puestos, sólo que por el momento sus destinos son un poco más agradables que los sufridos por los temporeros. La Profesión está a la deriva, lo que significa sin rumbo; y esta situación debería preocupar a los dirigentes de uns sistema que predica calidad en las prestaciones sanitarias, ya que "mañana" cualquiera de nosotros puede ser paciente de esas personas tan desmotivadas.