sábado, 26 de enero de 2008

CUALQUIERA PUEDE DESFIBRILAR

Ahora resulta que cualquiera puede utilizar un desfibrilador cardíaco y, sin embargo, un Enfermero es excluido de la Ley de Garantía y uso racional del Medicamento y Productos Sanitarios, impidiéndole parte del ejercicio profesional. ¿Alguien entiende ésto?. El detonante para escribir y pronunciarse sobre los desfibriladores, suponemos, ha sido el "caso Puerta", y, sin embargo, la medicina no dice nada, ¿qué raro?. El uso "racional" del desfibrilador, por muchos cursos y acreditaciones que se impartan, no deja de ser un atrevimiento por quienes lleguen a autorizar su uso. ¿Y no me cuenten esas tonterías de que salva vida?. El "caso puerta" no tiene nada que ver con la desfibrilación. Aquel caso sucedió en la forma que todos vimos, excepto las "maniobras" de resucitación, que, obviamente, nadie ha dicho nada. Aquel tipo de arritmia había sido ignorado por los responsables de tomar la decisión, ya que el cuadro se había repetido con anterioridad, y, precisamente, el desconocimiento de las consecuencias, fue el origen del resultado: la ignorancia, el haberse conducido de esa forma tan imprudente produjo la consecuencia; no se valoró suficientemente que se estaba ante una persona cuyo sistema específico de conducción cardíaca era anormal, ya "había dado la cara", como se dice en una charla convencional, con síntomas previos, sistema de conducción anormal que, por desgracia, se activó en aquel momento, con la consecuencia del resultado muerte.
No es sólo un problema de desfibrilar a un Corazón que, supuestamente, está en ese ritmo cardíaco agonizante, porque lo primero que hay que saber es que, efectivamente, se está en presencia de esa situación hemodinámicamente caótica, que tiene una causa concreta, y que no se trata de una simple reacción vaso-vagal, hipoglucémica o cualquier otro síndrome neurovegativo o neurológico. Por tanto, lo primero que tenemos que saber es en presencia de qué cuadro nos encontramos, que ya resulta problemático y, aún así, entiendo que esa decisión de autorizar a cualquiera el uso de desfibrilador acarreará más perjuicio que beneficios, ¡al tiempo!. ¡Es dentro de la Institución Hospitalaria y tenemos algún que otro problema con algún/a que otro/a "superespecialista"!, cuanto más en la calle, sin el menor rigor profesional.
Y no queremos volver al "caso Puerta", porque aquel problema, como otro del que se nos ha informado, tiene su base en que ha sido tratado, precisamente, por personas menos expertas, no capacitadas, aptas para tratar ese tipo de problemas. Han sido personas muy competentes para rehabilitar problemas osteomusculares, pero no para tratar arritmias cardíacas, por muy leves que éstas fueran. ¿Cómo puede tratar un traumatólogo y un fisioterapéuta un problema de arritmia cardíaca puro y duro, con la consiguiente asistencia respiratoria?. Pues si estas dos situaciones de las que se nos informó fueron tratadas por dos profesionales de la sanidad, ¿a quién se le puede ocurrir que puede acreditar a cualquier persona no sanitaria?. A este País, entre unos y otros, lo van a volver del revés.
Pero, ¿cómo se puede llegar a "legalizar" a alguien para que desfrile un corazón sin que ante sepa diferenciar el cuadro patológico?. Primero habrá que diferenciar entre arritmias de origen cardíaco y, una vez identificada, proceder a la maniobra que resulte procedente en cada caso. Pués bien, para esta absurdé ya se ha encontrado solución; por el contrario, ninguna se encuentra para que la Enfermera vea regularizada su situación profesional, devolviéndole la competencia profesional de prescribir medicamentos y productos sanitarios en el sistema sanitario público. Para solucionar este problema legal, las vueltas que le están dando, y sólo, única y exclusivamente por el simple hecho de que el medicamento y producto sanitario es un negocio, en todo el sentido de la palabra.
Pues bien, suponiendo que la Enfermer@ no tuviera los conocimientos suficientes, ¡harto difícil admitirlo!, en la misma situación se encuentra la medicina, y no por ello se le impide prescribir, porque la dichosa Ley del Medicamento no hace distingos entre médicos, cuando todos sabemos que existen, ¡y en qué medida!. Pero esto lo entendemos los Enfermer@s, por eso nos vemos obligado a recomendar a más de uno a que consulten con otro la medicación a prescribir, dosis y pauta incial, porque no es discutible que cualquier iniciativa, por muy ajustada que se pretenda, al final tiene que ser corregida, bien por defecto, bien por exceso. Como también existen profesionales que optan por una "impregnación" rápida del producto, con la consiguiente dosis de mantenimiento, como también es admisible la de aquellos ootros que prefieren llegar a ese nivel de "impregnación" de manera paulatina, en función de la respuesta.
En definitiva, que, como en todo, debe primar el conocimiento y la prudencia; como en cualquier otra actividad de la vida, máxime cuando de la ingestión y administración de productos químicos se trata. Todo depende del interés que cada cual ponga en su trabajo, como también resulta muy gratificante la colaboración de la persona receptora del producto. Son los dos, paciente y profesional, los que deben valorar los resultados de la administración de un producto, que se ha indicado con la mejor de las voluntades posibles, en función de la necesidad manifestada o exteriorizada a través de pruebas y medidas al respecto.
La madre de todas las barbaridades que comentemos es la ignorancia, y no se puede convencer a un ignorante de las consecuencias de su actividad, precisamente porque su ignorancia es la que le lleva a la ejecución del hecho imprudente. ¿Cómo se puede convencer a un ignorante o a un atrevido que se obstina en autorizar la realización de un acto tan sumamente peligroso?. Así anda mucha gente suelta, y aquellos serán los resultados. Esperamos no tener que lamentar muchos más "caso Puerta", pero a la inversa.
El conocimiento hace a las personas responsables, prudentes; entre otros motivos, ello da lugar a que se trabaje en equipo: tenemos la necesidad de consultar el uno con el otro. ¿Qué piensas tú al respecto?. Necesitamos de otras opiniones, que bien corregirá la nuestra, bien la ratificará; pero, en todos los casos, lo sensato es la prudencia. Y tan prudente somos las Enfermer@s que son pocas las que se proncian al respecto; por eso, precisamente por la prudencia. No hay "trastienda"; no utilizan substerfigios para escribir y manifestar sus inquietudes, cautela que puede llegar a confundirse con ignorancia. Pero para ignorancia la de algunos médicos, que igual hablan de medicamentos como de derecho; y todavía piensan que "su palabra es ley", como el tenor de la canción. ¡Qué atrevidos!, ¡qué ignorantes!; y encima crean encontrarse en posesión de la verdad.

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