Esta es la leyenda que sistemáticamente se incluye en los cuatro o cinco "diarios" que al mes se publican a costa de los presupuestos de los Colegios Provinciales y que "administra" el Presidente del Consejo General; ¡por cierto!, ¿cuánto nos cuesta?.
De un Consejo General se esperaba, precisamente, lo contrario; es decir, que dijera a los colegiados cuáles son sus competencias; ese es el orden que prevé la Ley Reguladora de Colegios Profesionales. ¡No!, el inquilino-Presidente es "tan demócrata" que lo hace justo al revés: pregunta.
¡Oiga!, con los miles de euros que nos cuesta "la ordenación del ejercicio de la Profesión", ¡mírenlo en los presupuestos del Consejo General!.
Pues bien, visto el eslogan, ¡nada más y nada menos! que del Consejo General, el mismo no puede por menos que causarnos sorpresa, "y tú, ¿prescribes diariamente medicamentos?"; ¡pero cómo se puede hacer esta pregunta!. ¡Fíjense en lo que se dice!: "Tu experiencia es necesaria para ayudar al Consejo General de Enfermería en su labora de identificación y registro de todas y cada una de las intervenciones Enfermeras que se llevan a cabo diariamente y que incluyen prescripción farmacológica por parte de las Enfermeras y Enfermeros. Envía a Diario Enfermero un pequeño resumen de las intervenciones que llevas a cabo diariamente y que incluyen prescripción farmacológica, ya sea de forma directa -cuando tú tomas la decisión- o delegada -cuando hay indicación del médico pero tú debes decidir cómo, cuándo y cuánta dosis administras-".
NO DAMOS CRÉDITO A LO QUE LEEMOS.- Es que hasta nos cuesta trabajo reproducirlo, porque sentimos verguenza ajena. Ahora va a resultar que quien ordena el ejercicio de la Profesión somos cada uno; y de la opinión de "todos" saldrá un resultado. Esto es, simple y llanamente, una barbaridad; ¡cómo para preguntar una Enfermera al Consejo General cuáles son sus funciones!. Con ésto el Presidente del Consejo está invirtiendo el mandato legal, porque es la Ley la que le atribuye al Consejo que nos diga si podemos o no realizar determinado tipo de actividad. ¡A ver!, señor inquilino-Presidente, ¿pues no es usted el que remite esa revista al personal bajo el título de "facultativa"?. Pero ¿sabe usted lo que significa esa expresión?.
LA INSTITUCIÓN LE PREGUNTA AL CONTRIBUYENTE.- Esto es algo así como un referéndum; Hacienda nos dice: ¡oiga!, ¿cuánto quiere usted pagar este año?. ¡Que desamparo!. ¡Es que este tío no se corta un pelo!. No denota otra cosa que lo que venimos denunciando todos los días: que no sabe por donde se anda ni a quien representa.
¿SE ACUERDAN?.- Sí, preguntamos si se acuerdan porque en pasadas fechas hemos dado publicidad a la ÚNICA circular que ha salido del Consejo General desde que el actual inquilino "detenta" el cargo de Presidente; en esa Circular nos decía que el Enfermero no podía realizar ninguna actividad que "no fuera dirigida u ordenada por un médico", y el único motivo fue que se nos ocurrió dictaminar que el Enfermero está habilitado para realizar cualquier tipo de intervención en los Pies; y ahora resulta que no sabe si prescribimos medicamentos y productos sanitarios. Pero, ¡hombre de Dios!, si "receta hasta el pescadero". ¡Mire!, la Enfermera se comporta como un Podólogo, ¡SE ENTERA!, solo que su campo de actuación es mucho más amplio que el de los pies, por eso, precisamente, la podología siempre fue una actividad de los Practicantes, hasta que llegó usted y tomó -¡de qué manera!- los designios de nuestra Profesión, que no es la suya. Usted no es ni practicante-pedicuro. Usted se "nos coló" en el Consejo, y así nos va.
¡QUÉ CLARA TIENE LAS COMPETENCIAS DE LOS PODÓLOGOS, pero que ignorante lo es de la Profesión Enfermera!; y esto es así porque el inquilino-Presidente no es Enfermero, nunca lo ha sido ni nunca lo será. ¡Mira que preguntar si tú prescribes!. Pero es que, además de no "cortarse un pelo", como buen ignorante que no sabe lo que dice, añade que, como función "delegada", una vez indicada la medicación "pero tú debes decidir cómo, cuándo y cuánta dosis administras". Pero, ¡hombre de Dios!, si otro decide una medicación, al mismo tiempo que la prescribe tiene que prever la posología.
¡A VER!, SE LO VAMOS A EXPLICAR: Si un médico prescribe 100 miligramos de un producto cada 8 horas, tendrás que atenerte a esa dosis y pauta, eso se llama posología; así que el Enfermero ni decide cómo, ni cúando ni qué dosis. Usted confunde las "churras con las merinas"; ha oído hablar pero no se ubica. ¡Mire!, si se prescribe un determinado producto, con su correspondiente posología, y éste, según el destinatario, no produce el efecto deseado, lo prudente será valorar la actitud del enfermo y los resultados obtenidos, y todo ello en el contexto de la patología para lo que fue prescrito, además de tener en cuenta a aquella otra medicación oncomitante. A partir de ahí procede tomar las medidas oportunas, bien solventando el problema derivado de la "actitud" del enfermero, bien derivándo a alguien con "un poco más de entendederas" que las suyas pueda solucionar el problema.
¡A VER!, SE LO VAMOS A EXPLICAR: Si un médico prescribe 100 miligramos de un producto cada 8 horas, tendrás que atenerte a esa dosis y pauta, eso se llama posología; así que el Enfermero ni decide cómo, ni cúando ni qué dosis. Usted confunde las "churras con las merinas"; ha oído hablar pero no se ubica. ¡Mire!, si se prescribe un determinado producto, con su correspondiente posología, y éste, según el destinatario, no produce el efecto deseado, lo prudente será valorar la actitud del enfermo y los resultados obtenidos, y todo ello en el contexto de la patología para lo que fue prescrito, además de tener en cuenta a aquella otra medicación oncomitante. A partir de ahí procede tomar las medidas oportunas, bien solventando el problema derivado de la "actitud" del enfermero, bien derivándo a alguien con "un poco más de entendederas" que las suyas pueda solucionar el problema.
O sea, que según el "doctorcito"-Presidente, un médico sólo te dice: enalapril; y a partir de esa indicación del principio activo nosotros tenemos que decidir cómo, cuándo y qué dosis. ¡Es que no tiene ni pijotera idea!. Como no sabe de qué va el asunto, pues se atreve a eso, pero no lo hace en un "corro de amiguetes-subordinados", a los que deslumbra con tanto título; ¡no!, lo hace públicamente, sin importarle el ridículo: trastorno caracterizado por una deficiencia intelectual tan profunda que raya la paranoida, por no decir la idiocia.