Cuando se nos pregunta ¿cuáles son las "funciones" profesionales de los Enfermeros?, la respuesta es bien sencilla: prestar Cuidados generales a la salud de las personas. ¿Y por qué damos esta respuesta?: por la sencilla razón de que así es como está prevista en la Directiva Europea 77/453/CEE, que obliga al Estado Español su aplicación. Y si son "cuidados generales" es porque existirá, en cualquier caso, cuidados "especiales". Por eso la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (Ley 44/2003) establece en su artículo 2º lo siguiente: "De conformidad con el artículo 36 de la Constitución, y a los efectos de esta Ley, SON PROFESIONES SANITARIAS, tituladas y reguladas, aquellas cuya formación pregraduada o especializada se dirige específica y fundamentalmente a dotar a los interesados de los conocimientos, habilidades y actitudes propias de la atención de salud, y que están organizadas en colegios profesionales oficialmente reconocidos por los poderes públicos, de acuerdo con lo previsto en la normativa específicamente aplicable". Y esa normativa específicamente aplicable a las Profesiones sanitarias, tituladas y reguladas, es la Ley Colegial. Luego, no existen otras Profesiones Sanitarias que las comprendidas en esta Ley, que las clasifica en función del nivel académico que exigen para su ejercicio. No obstante, ahora se nos plantea el problema de titulación, ya que a partir de la implantación de los "nuevos" títulos, todos con el nivel de Grado, el problema se va a agudizar.
Pero retomando el tema anterior, referido a las competencias profesionales, para terminar con el "ejemplo de prescripción Enfermer@", tenemos que intentar responder lo más exquisitamente. Ya hemos dicho que si la Directiva Europea prevé unas determinadas materias, estructuradas en asignaturas y contenido, lo prudente será que las Directrices Generales Propias conducentes a la obtención de la titulación de "grado" en Enfermería contenga la cantidad mínima de disciplinas como para poder atender, generalistamente, todas las necesidades, alteraciones y desequilibrios que padece el ser humano. Con ello, ya tenemos un contenido básico, imprescindible, para, a partir de estos conocimientos, ESPECIALIZAR al Profesional en función de las necesidades sociales, sin perder de vista la atención general, es decir: los cuidados generales.
Ya hemos terminado los estudios, estamos en posesión de la titulación académica, nos dirigimos al Colegio Profesional Enfermer@ y cursa el alta. Después viene inscribirse en las correspondientes "bolsas" de trabajo; y es cuando nos damos cuenta que es el propio Sistema de Salud el que nos exige determinada "formación" para acceder a determinados puestos de trabajo. Luego, la "especialización" es una necesidad no sólo social, sino que también lo es laboral. Y aquí es donde los DESAPRENSIVOS se aprovechan, ¡y de qué manera! de estos "pobres" titulados, que son masacrados económicamente para poder acceder a un "papelito" que les diga que ya es "especialista"; esto es: ya puede registrar en algunas de esas "especialidades" que figuran en la inmensa mayoría de las dichosas "bolsas" de trabajo.
En consecuencia y en principio, los Enfemer@s entenderán que concretar las "funciones" profesionales resulta una situación compleja, ya que, si se elaborará un documento, enumerando todas y cada una de las competencias profesionales, obviamente se haría interminable. Los Enfermer@s generalistas, sin más formáción que la básica, rechazará cualquier pretensión que reclamen aquellos Enfermer@s que han ampliando sus conocimientos, como, inversamente, aquellos "especializados" reclamaran un catálogo mucho más amplio. Lo cierto es que lo que se conoce como "vía de hecho" supera, con creces, cualquier teoría que se proponga al respecto.
Por ejemplo: un Enfermer@ en una unidad especializada, donde el órgano afectado, componente de todo un sistema, requiere de puntuales cuidados, demandará poder moverse en ese ámbito sistemático, ya que tiene que evaluar todo el comportamiento del sistema al que afecta el órgano afectado. Así, cuando es el Corazón el afectado, el clásica "angor pectori" y su corelativa isquemia coronaria, o su evolución posterior, la lesión y necrosis del músculo cardiaco, como consecuencia de la falta de nutrición, resulta sumamente beneficioso, al tiempo que tremendamente rentable, tanto humana como económicamente, dominar la situación. Y es muchísimo más rentable dominar la situación que vernos inmerso en todo ese corolario que se producirá de no conseguir "dominar" la situación. Esto es: profesionalmente, resulta sumamente placentero tener muy claro todo el síndrome al que nos podemos enfrentar si descuidamos mínimamente la evolución de cualquiera de los parámetros que se co-relacionan con la patología.
Así -en este caso-, el Corazón, como órgano directamente afectado, si resulta lesionado, obvio resulta deducir que deberá estar en reposo "absoluto". ¿Reposo absoluto?; sí, esta sería la situación ideal, pero también todos sabemos que eso no es posible, por lo cual, nuestros cuidados deberán encaminarse a que su función se aproxime a esa situación de "reposo". El reposo absoluto, como podemos presuponer, no es posible, luego habrá que actuar, fundamentalmente, sobre dos factores: la pre-carga y la pot-carga, o dicho en otros términos: la cantidad de volumen que llega al Corazón y la resistencia que le pueda presentar el árbol arterial.
El Corazón, como bomba, en aquella situación anterior a su proceso isquémico, bombea una determinada cantidad de sangre, la misma que en la "nueva" situación no podrá llevar a cabo, con lo que la afluencia de aquel volumen habrá que ajustarlo a las posibilidades contractiles reales, que evidenciaremos con datos como la frecuencia cardiaca y respiratoria, presión arterial, saturación de oxígeno, posición en la cama, intranquilidad y otros datos y signos más complejos. A estos efectos, existe medicación, toda ella tendente a producir ese "ajuste" entre las posibilidades reales de bombeo y la afluencia de volumen. Así, el dato fundamental, además de los datos que hemos señalado, es el volumen de orina, cantidad que nos sirve para evaluar la función renal, o dicho en otros términos, para valorar la cantidad de sangre que afluye a esos riñones, lo que, al mismo tiempo, nos está indicando el grado de funcionalidad de ese órgano que pretendemos tenerlo en "reposo". Sí, en reposo, pero funcionalmente activo. Y esa situación, la valoración puntual y minuciosa de la evolución del Corazón, la hace el Profesional Enfermero -sin perjuicio de otros, que también participan-. Obviamente, no vamos a señalar cuáles son esas sustancias medicamentosas, pero sí señalar que importa, ¡y de qué manera!, que en todo ello tiene una influencia decisiva el comportamiento del afectado, al que daremos nuestro máximo apoya, al objeto de disminuir su estado anímico. Y, al respecto, no tenemos más remedio que hacer alusiones al sistema nervioso neuro-vegetativo, simpático y vago, que afecta, ¡y de qué manera!, en la evolución de la afectación cardiológica. Sobre los vasos sanguíneos y arteriales habrá que actuar; como también habrá que hacerlo sobre el citado sistema neuro-vegetativo, inhibiendo su excesiva motilidad, con determinadas sustancias.
Y, efectivamente, esa valoración -evaluación- tiene que ser tan minuciosa como responsable, evaluación que estará en función del dominio de la patología; o dicho en otros términos: de los conocimientos que tengamos al respecto, lo que se conoce como "especialización". Hemos visto, en principio, que no sólo debemos conocer el funcionamiento del Corazón como órgano aislado, sino que también precisamos conocer el funcionamiento renal; y no menos importante es saber qué sucederá en el aparato respiratorio, el cual será otro de los afectados en supuestos de desequilibrio. En fase posterior, también se afectará el sistema digestivo, en particular el Estómago y el Higado.
Pues bien, todos estos cambios, unos inmediatos y otros mediatos, deberá conocerlos el Enfermer@ de esa Unidad asistencial, porque el pronóstico dependerá de esta mínima evaluación de los resultados que se vayan obteniendo con la participación de nuestros cuidados. Efectivamente, no estamos predicando que el Enfermer@ sea el que decida en cada momento qué es lo que habrá de hacerse, pero tendrá que dominar la situación porque, mientras no se demuestre lo contrario, a él le corresponde evidenciar, mucho antes que al médico, lo que puede suceder si no se ponen los medios adecuados para adaptar los desequilibrios que, desafortunadamente, se producen.
Con estos mínimos conocimientos mejoramos, en principio, los desequilibrios que van a producirse inexorablemente -porque un Corazón lesionado no puede responder como si nada hubiera sucedido-. Y es en estos cuadros cuando la aptitud del Enfermer@ ante estos eventos cobra especial relevancia. Tiene que estar decidiendo, permanentemente, qué datos y parámetros son los que se arrojan y, consecuentemente, qué medidas correctoras debe emplear. Y, realmente, todo ello con la participación del Profesional Médico. Aquí es donde se evidencia eso que conocemos como "responsable". Responsable es saber cuán debemos actuar y cuándo hemos de optar por comunicar a otros, con más conocimiento al respecto, los datos obtenidos. La posición de garante, como así se denomina en el mundo del derecho, nos corresponde, porque así ha sido durante toda la vida, con más o menos medio, sin o con apoyo especializado.
Sí; tenemos que prescribir, entendiendo por prescribir tomar unas decisiones, bien de comportamiento ya de administración, modificación o supresión de determinadas sustancias medicamentosas y utilización de productos sanitarios. Y estas actuaciones conlleva el dominio de medicamentos, como ansiolíticos, diuréticos, vasodilatadores, bloqueantes, aminas vasopresoras, antiagrentantes, anticoagulantes y demás sustancias y productos.Pues bien, si esto es una realidad en la atención especializada, otro tanto sucede en la atención primaria, que deberían dominar todos aquellos desequilibrios que conducen, inexorablemente, al padecimiento de estos cuadros patológicos de no poner remedio. Y estos remedios son tan simple como potenciar las Consultas de Enfermer@s, al objeto de detectar las mismas, y disminuir, así, los cuadros agudos objeto de ingente cantidad de personal y medios materiales.
Hemos puesto dos grandes ejemplos: lo que sucede en una unidad asistencial especializada y las previsiones a realizar en la atención primaria. Ésta, que debería ser prioritaria, evitará aquel cuadro que antes hemos descrito someramente. Y estas dos intervenciones corresponde, en la medida de su complejidad, tanto a Médicos como Enfermeros: unos y otros tienen encomendado el cuidado de la salud de las personas, antes de que se produzca el cuadro agudo o después de producido; pero no el uno sin el otro. Así, el Gobierno, a propuesta de la medicina, optó por dos grandes bloques de especialidad para los Enfermeros: atención primaria y especializada. Y este es el error de cantidad, porque, como hemos descrito en el supuesto de un cuadro agudo coronario, la especialización ahorra disgustos personales al tiempo que mejora el pronóstico de los padecimientos; y no menos importante resulta la disminución del gasto público. La disminución del gasto en medicamentos y productos sanitarios es tanto más rentable cuanto más especializado esté el pesonal.
De aquí que no podamos comprender los concursos de traslados, la responsabilidad de un turno de guardia polifuncional ni los nombramientos provisionales por "acúmulos de tareas". Esto nos lleva a una reflexión: o a nadie le importa la salud de las personas o la medicina no quiere tener "competencia". ¡Pero qué sucede!; muy sencillo: que los Servicios Públicos sanitarios están en manos única y exclusivamente de Médicos -porque no dejan de serlo, por mucho que lo enmascaren-. Y si a esto le añadimos el negocio montado por las propias organizaciones representantivas de esta bendita Profesión, que no ven otra cosa que "cursos" y más cursos, los resultados están servidos. ¿Qué es lo que importa?, muy sencillo: que las unidades estén cubiertas por un número de personas.
Sin embargo, ¿qué sucede en la medicina?. Siguiendo el ejemplo anterior, el de los Cuidados cardiológicos, vemos como el Servicio de Salud contrata con médicos una formación especializada, que dura cinco años, ¡cinco años!, teniendo en cuenta que yo ostentan una titulación básica, en Medicina. Sin embargo, estos mismos Servicios de Salud, para nombrar a un Enfermero para esas mismas unidades, les basta con haber "realizado" un curso, aunque sea por correspondencia, con una duración de 15o horas; ¡qué barbaridad!. Y socialmente, ¿qué sucede?. No lo sabe.
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