domingo, 21 de diciembre de 2014

Un artículo de un matemático que nos retrata.

Nursing Speakers Corner 2014: La enfermería vista desde fuera
           
"Mi colega de indagación, que no de profesión, y amigo, Ruymán Brito, me ha pedido una reflexión a la pregunta “¿Cómo se ve a la enfermería desde fuera?”
En verdad no es necesario cavilar profundamente para responderla (,) porque la respuesta es evidente: de ninguna forma, la enfermería es invisible. El pretender algo ser visto desde fuera implica necesariamente que ha de caracterizarse por una delimitación, una frontera, que lo discrimine de lo exterior, con un contenido dentro, interior, íntimo y centralizado diferenciador del entorno. Y la enfermería no lo posee.
Me resulta inquietante en mi labor de investigación sanitaria el hecho de haber tardado unos 20 años en descubrir, por pura casualidad, que las enfermeras investigaban. Ocurrió esto cuando revisando los trabajos presentados al Premio de Investigación del Hospital de La Candelaria en 1995 tocó el turno a uno relativo al análisis del “producto enfermero”. Aquello me resultó imposible de leer, su lenguaje me resultaba un galimatías e incomprensible el discurso, y así se lo confesé al Director de la Unidad de Investigación que me había encargado el trabajo, con la confesión de mi absoluta ignorancia, tanto del asunto tratado como de la forma de abordarlo. Al parecer el Director así se lo comunicó a los autores y uno de ellos, Gonzalo Duarte, se me presentó para explicármelo. Fue un feliz encuentro producto del cual surgieron obras conspicuas, como la agenda de la enfermera comunitaria o la enfermera gestora de casos, la enfermera de enlace.
De la mano de Gonzalo descubrí un universo hasta entonces desconocido para mí, que me resultó siempre inquietante, y muchas veces hasta desconcertante. La primera seña de identidad de aquél cosmos, si puede llamarse identidad a su ausencia, era su falta total de unicidad, su composición en pequeños mundos rutilantes inconexos girando en órbitas excéntricas alrededor del inmenso agujero negro de la nadería. La génesis de tal prodigiosa cosmología no resulta un secreto.
Durante demasiado tiempo se negó a la enfermería la posibilidad de ascenso profesional en su misma línea de formación, por lo que las enfermeras intelectualmente inquietas y deseosas de tal ascenso se vieron forzadas a derivar hacia otras carreras universitarias, ignoro porqué preeminentemente en el campo de las letras y humanidades, adquiriendo formación como sociólogas, antropólogas, filósofas, teólogas, psicólogas, periodistas… para, curiosamente, no ejercerlas, sino regresar con tal formación de nuevo al ejercicio de la enfermería.
Lógico que ocuparan por su preparación los puestos directivos y docentes de su profesión, inyectando desde sus cimeras posiciones a la enfermería formas de pensamiento, métodos e instrumentos propios de las disciplinas universitarias adquiridas. El Big-Bang: del núcleo clásico de la enfermería se han desprendido de forma vertiginosa escuelas, corrientes y grupos de acción bajo el paradigma, a veces ajeno, de otras disciplinas profesionales. Tales vertientes pueden llegar a resultar contrarias, enfrentadas, y entrar en colisión. En este panorama no resulta raro que la privilegiada especialización clásica de enfermería gineco-obstétrica que nunca estuvo sometida a la limitación del resto de especialidades produzca enfermeras que renieguen de tal condición profesional: ¡No, no, somos matronas!
En la labor enfermera hay tres momentos cumbre: el conceptual, la definición ontológica de la profesión, el pragmático, ejecución del tándem diagnóstico-tratamiento del paciente, y el de proyección hacia el futuro, el desarrollo de la profesión a través de la investigación científica. La dispersión divergente de la enfermería afecta a cada uno de ellos de diferente forma.
El concepto generalmente admitido de exclusividad y diferencia de la labor enfermera, en contraposición a la médica que se pretende enfocar sólo en la enfermedad y tratamiento de órganos y sistemas funcionales del cuerpo humano, de consideración de la “respuesta humana”, entendida a manera de abordaje del paciente como interrelación somática-psíquica en su entorno social, no se sostiene. La buena práctica de la medicina se fundamenta en la epistemología holística, centrada en el paciente como un todo bajo el enfoque bio-psico-social y la continuidad del cuidado, principio establecido ya desde el 400 ANE por Hipócrates. Es un canon de la medicina de familia actual y de la buena práctica médica de todos los tiempos, y de una mala praxis de su inobservancia no se puede inferir su ausencia.
Tampoco parece muy afortunada la concepción más operativa de enfermería como prestación de cuidados, ya que de admitirse como válida el título de enfermería se podría otorgar a la mayoría de los habitantes del planeta.
Los intentos de conceptualizar la enfermería desde los más disímiles posicionamientos sociológicos y antropológicos conducen a una situación de indeterminación, confusión y ambigüedad, extremo este que llega a postularse como la verdadera esencia de la actividad. Afán metafísico estéril cuando resulta obvio que es la labor objetivable la que define el contenido de cualquier profesión, incluso la enfermera. No conozco ningún intento de definir que es la matemática y que hace un matemático, mi profesión, aunque puedo asegurar que resulte un misterio para la mayoría de los mortales, lo cual no es óbice para un desempeño exitoso de esta actividad humana.
La prestación de asistencia enfermera debería, si se le realiza correctamente, comenzar con la identificación de tal necesidad. Un diagnóstico enfermero debería ser un sistema taxonómico de identificación y clasificación de problemas, o su potencialidad, de probada validez y fiabilidad. Esos problemas, a su vez, deberían de ser susceptibles de un abordaje con técnicas propias y específicas de enfermería conducentes a una demostrada eficacia en sus resultados.
¿Cuál es la situación real en este ámbito? Los sistemas de diagnóstico enfermero conforman una pléyade en medio de la cual se ha logrado imponer la taxonomía de la North American Nursing Diagnosis Association (ahora International), acompañada por la Nursing Interventions Classification y la Nursing Outcomes Classification. Desconozco el aporte de criterios de validez que sustentan los diagnósticos NANDA, pero he comprobado en reiteradas ocasiones su escasa exhaustividad y bajísima fiabilidad (63% en un escenario favorable como el de un servicio de cuidados intensivos).
Al conformar el siguiente paso, el de las actuaciones, tanto en la NIC, como en mi experiencia personal en este ámbito, he llegado a la conclusión de que las intervenciones enfermeras consisten, tal y como se plantean hoy en la práctica, en la combinación de procederes de baja intensidad pertenecientes a la medicina, la cirugía, la fisioterapia, la psicología y el quehacer propio del trabajo social. Quizás en esto estribe, si se le desea definir, la definición real de la actuación enfermera: la unificación en un mismo agente de las actuaciones del conjunto de profesionales sanitarios en los que cada cual es especialista.
Acerca de la valoración del impacto de tales actuaciones las pruebas y demostraciones de su eficacia aportadas por la NOC resultan muy escasas. Es muy probable que las dificultades que se observan en el buen desenvolvimiento del tándem diagnóstico-tratamiento enfermeros tengan su origen en la obtención de los instrumentos y procedimientos en el mismo orden de su empleo.
El éxito de los sistemas de diagnóstico y tratamiento médicos, y en particular los psiquiátricos, estriba en su producción inversa: una vez obtenido el tratamiento y comprobada su eficacia se procede a elaborar el método de asignación de su etiquetado diagnóstico y fabricar el correspondiente trastorno de la salud. Claro que para ello los médicos disponen de los intereses de la omnipotente industria farmacéutica, pero la enfermería debería optar por esta estrategia en aras de mejorar la operatividad y efectividad de su actividad, aún sin tal recurso.
Tal impostura resulta más adecuada que la estrategia de desarrollar primero los instrumentos de diagnóstico enfermero de problemas y después la elaboración y prueba de las estrategias enfermeras de su abordaje, debido al alto riesgo ético que conlleva esta última forma de hacer las cosas.
Etiquetar a un paciente de un trastorno que teóricamente requiere de necesidad de cuidados enfermeros, sin que se disponga de la demostración de la eficacia y seguridad de tales cuidados, incluso hasta se pueda carecer de su formulación, puede considerarse con toda propiedad de iatrogenia premeditada.  
En la labor de desarrollo de la enfermería como profesión a través de la investigación científica resulta curioso el hecho de que a la hora de dar a la luz los resultados de los estudios las enfermeras se resistan a divulgarlos en revistas de enfermería. El origen de esta contradicción se halla en el bajo factor de impacto que afecta a las revistas de enfermería. ¿Por qué? Un vistazo al conjunto de revistas de enfermería se presenta como un recorrido a un listado interminable, que sospechamos se haga infinito si incluimos las revistas no indexadas. ...
 ¿Qué hacen las enfermeras? Cada grupúsculo local de enfermería, bajo su paradigma particular, crea su revista, que ni se toman muchas veces la molestia de indexar, produciendo una desconcentración tal de las publicaciones, muchas de ellas de relevancia, que ni obtienen la necesaria divulgación ni el pertinente referenciado para el apetecible factor de impacto de las subsiguientes publicaciones. Un sinsentido consecuencia y reflejo fiel de la dispersión de corrientes, vertientes y posicionamientos de un dentro de la enfermería inexistente.
Aquellas enfermeras deseosas de veras de disponer de un “dentro” en su profesión para poder ser visibles desde “fuera” tienen que dejar de lado sus posicionamientos paradigmáticos y unirse alrededor del núcleo duro de la enfermería pragmática, la del practicante de pueblo, abandonando las intenciones metafísicas de elevar la profesión a los cielos olímpicos, que la más de las veces desemboca en un espurio ejercicio de ininteligible literatura barroca, para hacerlo central y atraer hacia él mediante el necesario proselitismo a las ovejas descarriadas acrecentando el rebaño bajo un mismo lema: Unidad. Armando Aguirre-Jaime."
Mi amigo Juani decía, ¿cómo vamos a realizar nuestro trabajo cuando tenemos que estar pendiente y resolver todos los problemas de la unidad? ¡Y tiene razón! La excesiva "responsabilidad" puede que fuera el germen por el cual no hay desarrollo.