sábado, 21 de febrero de 2009

TENEMOS QUE REPRODUCIR "LA CARTA"

CARTA ABIERTA AL LICENCIADO SIGUERO, PRESIDENTE DEL CONSEJO GENERAL DE MÉDICOS. Distinguido amigo: Nuevamente, haciendo gala de esa escasa sensibilidad y conocimiento que le caracteriza, ha pretendido ofender a la profesión enfermera. No es la primera vez que lo intenta, seguramente como consecuencia de su reconocida personalidad inane y acomplejada dentro de su profesión. No le ha servido -licenciado Siguero- ni el tiempo transcurrido, ni la prudencia de la Organización Colegial de Enfermería ni el buen hacer de las enfermeras y enfermeros españoles, ni la evidencia científica aportada en todo este tiempo, ni siquiera un intento de realizar el más mínimo esfuerzo por dejar ver una compostura, de la que claramente carece, para, en sintonía con sus colegas entender ninguno de los problemas derivados de la nueva Ley del Medicamento. Para quienes, como en mi caso, respetamos y queremos a la profesión médica cuyo prestigio y reconocimiento social solo usted pone en riesgo, resulta difícil entender que para actuar en defensa de tan encomiable profesión su representante utilice la descalificación de otras respetables profesiones. Y para mostrar su indignación compara nuevamente a las enfermeras con las azafatas y a los médicos con los pilotos. Ambas, actividades profesionales que merecen todo nuestro respeto y consideración. No así la intencionalidad con la que usted hace uso de ellas, ganándose así la censura de todos y el ridículo que la acompaña.
Dicen que ofende el que puede y no el que quiere. En su caso, sin embargo, pese a su recortada cualificación académica ¿ni siquiera ha obtenido el grado de doctor que cientos de enfermeras poseen- ciertamente lo pretende. Pretende ofender a la dignidad de una profesión con la que no puede sino trabajar en equipo, ofende a la inteligencia, pretende ofender, igualmente, a todos aquellos que valoran muy positivamente la profesión médica y ofende, cómo no, a la sensibilidad, ese mínimo valor que ha de exigirse a quienes, como los médicos y las enfermeras, basan su esfuerzo en curar y cuidar de las personas. Permítame decirle que usted no entiende la medicina. Entiende, aún menos, la enfermería. Y, sobre todo, es la más viva imagen de un anacronismo del que, por si fuera poco, se jacta y en el que quiere envolver a la profesión que representa de derecho, no sé si de hecho. Jamás un médico ¿excelente¿ en sus aptitudes y actitudes haría uso de los argumentos en los que usted se ha anclado y que no sabe más que repetir cada vez que puede hablar. Comprendo su complejo licenciado Siguero. La enfermería española ha soportado durante tres años la presión permanente de los representantes de la Organización Médica Colegial. Se nos ha pretendido denostar repetidamente por usted y sus colaboradores. A pesar de ello, la prudencia, la sensatez, el compromiso con los pacientes y el Sistema Sanitario nos han aconsejado pasar de puntillas frente a tanta necedad. Es usted y no nosotros quien ha roto estos principios. Ha llegado, pues, el momento de utilizar la Ley del Talión y responderemos puntual e inequívocamente ante cualquiera de sus ofensas.

Quiero reiterar mi más absoluto respeto y el de la profesión que represento hacia una profesión médica que bastante tiene con tener al frente a un licenciado, que se dice doctor sin serlo, que se manifiesta como si residiera en las antípodas de la realidad y desde luego de la modernidad y que no sabe, no conoce ni menos aún se le espera en un debate científico y profesional como el que le ofrecí hace ahora algo más de un año y que usted rechazó refugiándose en faldas ajenas. Es probable que su rechazo se debiera a la asimetría de los comparecientes. Lógicamente se trataba de un dialogo entre un Profesor Titular de Universidad y Doctor ¿este el caso de quien le escribe- y un Licenciado. Debate por lo tanto desigual, en el que podrían ponerse de relieve sus carencias científicas, profesionales, etc. No obstante le reitero hoy la oferta de aquel momento. Puede seguir su personal campaña de injurias, difamación y menosprecio. Pero no por ello podrá recuperar el desprestigio que ya se ha ganado a pulso. Permítame emular a Su majestad nuestro Rey D. Juan Carlos en su comentada expresión frente al Sr. Presidente de Venezuela. Si acepta ese debate pendiente hágamelo saber y si nuevamente declina llevarlo a cabo: ¿Por qué no se calla licenciado Siguero?".
LA TITULACIÓN A DEBATE.-
El inquilino-presidente-empresario del Consejo General de Colegios Enfermeros, ¡por fin!, abre la boca para manifestar no sé si su "enfado" por las declaraciones del Presidente de la OMC o para decirle al mundo que él "está en posesión de un título de Doctor". Nos cabe la duda, porque las declraciones del "señor" Siguero, menospreciando a la Profesión Enfermera, no son nuevas: lleva así desde la Ley de Medicamento, que "negoció" con el doctor González Jurado; sí, el "doctor" Máximo A. González Jurado, ese que obtuvo la "diplomatura" cuando "gobernaba" ese chiringuito de la "convalidación" aquel grupo de mujeres de la Asociación Española de Enfermeras Docentes; ¡sí, hombre!, aquel que, después de esa "convalidación académica de ATS por Diplomado en Enfermería", se "matriculó en la Universidad de Murcia" -con su amigo el Delegado para la lucha contra la drogodependencia-; ¡sí, hombre!, aquel que obtuvo una "Licenciatura en Antropología"; ¿Pero es que no se acuerdan?; ¡si, hombre!, aque que luego nos "sorprendió" con el título de "doctor" por la Universidad Complutense, esa Universidad en la que algo tiene que ver el señor Beneit Montesinos, que viene participando en varios Tribunales universitarios donde se otorgan "doctorados en Enfermería", ¡dá igual!, son títulos Estatales. ¡Qué más da!. Esa titulación, por esas vías, al final, ¡ya ven!, sirven, al menos, para comportarse igual que el Presidente de la OMC; es decir, para "desprestigiar" al contrario.
YO SOY DOCTOR, Y USTED UN SIMPLE LICENCIADO.-
Eso es lo que le está diciendo el inquilino, y sobre todo Empresario, que detenta el cargo de Presidente de Colegios de Enfermeros del Estado. Señor Siguero, ¡pero cómo no ha seguido usted esa línea académica que le ha marcado el doctor Máximo A. González Jurado!. ¿Cómo se ha quedado usted con una "simple" licenciatura, esa que le capacita, atribuye y facultad para decidir el "bien o el mal" de las personas a las que atiende?. Usted, señor Siguero, tiene que hacerse Doctor, si es que tiene la intención de "un debate público con el doctor en ...".
SEÑOR SIGUERO: ahora está usted "autorizado" por el mismísimo inquilino-Empresario-presidente del Consejo de Colegios Enfermeros para volver a criticar a los "simplísimos" diplomados. A usted, el doctor González Jurado lo ha tachado de "simple" licenciado", que, académicamente es más que diplomado. Así que el problema es una cuestión de "tú más", en cuanto a detentar títulos académicos.
ENTENDÍAMOS que estábamos hablando de Profesión, con independencia de los títulos que cada uno pueda haber obtenido, por la vía que fuera, que ya vemos que no es muy difícil. ¡Pero hombre de Dios!, que todos no podemos ser "doctorcitos", máxime cuando esa titulación está tan al alcance de cualquiera que tenga "medios" y acceso al proceso; titulación y conocimientos que se deben poner de relieve con hechos, como los que "adornan" la sintaxis de la "carta" que hemos reproducido al comienzo de este artículo.
¿POR QUÉ LA DIPLOMATURA EN ENFERMERÍA NO FUE UNA LICENCIATURA?.-
La respuesta es bien sencilla: porque no lo quiso, ¡nunca!, el inquilino-empresario-presidente del Consejo General. Portugal, por ejemplo, ya hace tiempo que se puso por delante de nosotros; el Reino Unido parece que también. Esos dos Estados se rigen, igual que el Español, por las mismas Directivas de la Comunidad Europea, esas de 27 de junio de 1977, ¡nada más y nada menos!. Luego, ¿por qué en España no está reconocida la titulación de "licenciado" en Enfermería?. Son 4600 horas las mínimas que obligan las citadas Directivas, pero no desde ahora, sino desde aquel año 1977. Y esas 4600 horas mínimas no caben, ¡ni con calzador!, en tres años.
Pero si a esas horas mínimas le deducimos, además de toda la carga teórica que falta de aquellas Directivas, el hecho de haber permitido el inquilino-empresario-presidente el que las enseñanzas clínicas se omitieran, no exigiendo su dotación con los correspondientes Profesores, pues ha resultado que hoy estemos hablando de una Profesión cuya formación teórica sólo cuenta con 143 créditos, por más que lo intentara "arreglar" aquel Real Decreto de 10 de junio de 1994.
SEÑOR (DOCTOR) INQUILINO-EMPRESARIO-PRESIDENTE: usted es el problema de esta Profesión; el señor Siguero, con su "licenciatura", es Médico, y comete excesos, verbales y escritos, pero intenta representar y defender a su Profesión, la médica. Pero, al menos lo intenta; usted, señor "doctor", ¡ni eso!. Usted, señor "doctor", ya se lo hemos dicho por activa y por pasiva: es nuestro enemigo, junto con los que le aplauden.
¡HAY QUE VER CÓMO SE HA PUESTO EL DOCTORCITO DESDE QUE NO COMPORTE NEGOCIOS CON LA OMC!.