jueves, 24 de enero de 2008

¿DE QUIÉN ES EL ENFERMO?

"ER" es la diferencia entre enfermo y enfermero; parece que somos dos candidatos de atención médica: unos y otros somos los pacientes de la medicina: el enfermo soportando todo lo que le quieran hacer (me río yo del consentimiento informado), los otros sufrimos las consecuencias de las elucubraciones médicas. Cabría preguntarse, ¿de quién es el enfermo?. La Organización médica colegial (OMC) nada dice al respecto, solo se pronuncia sobre la prescripción, ¡qué perra se han cogido!. ¿por qué será?. El enfermo, denominado por Ley "paciente" o "usuario", según el caso, es aquel que demanda asistencia, ya fuera médic@ o enfermer@. ¡Le da igual!, solo quiere consultar. En su calidad de usuario, lo que pretende es poder consultar, formular a alguien su "preocupación", ya real, ya imaginaria. Obviamente, a partir de cierta edad, ninguna situación puede ser imaginaria, ya que el paso del tiempo nos afecta a todos; y quiérase o no, el órgano de turno o el sistema en su conjunto se resiente, no funciona igual a los 20 años que a los 70. La consulta, en estos casos, debe ser posible formularla en un tiempo récord, y la respuesta deberá ser posible en ese mismo tiempo.
Esto es una realidad: consulta y respuesta deben producirse sobre la marcha, situaciones que no se producen en el sistema sanitario público, no así en el privado. ¿Se imaginan una consulta a una actividad privada que te dieran cita para dentro de un año?, ¡impensable!. Pues bien, en el sistema sanitario público, a pesar de tratarse de una inquietud por la salud, el usuario tiene que esperar todo ese tiempo, y más, porque los señores médicos no quieren; y esta postura no debería consentirse por los gestores del sistema, ya que para ello tienen recursos más que suficiente. ¿Pero qué sucede?, sucede que los gestores del sistema son todos, absolutamete todos, médicos, y saben que cuando dejen la política volverán a la medicina. ¡Y así nos va a los usuarios y pacientes!. ¿Y de quién es la culpa?, pues muy sencillo, el líquido es blanco y se envasa en "botella" (tetrabrik): del gestor médico, que lo consiente.
¡fíjense cómo se llaman!: "CONSULTAS"; es decir, alguien que pretende hacer una simple consulta sobre un determinado problema que afecta a su mente, a su vida diaria o a su fisiología, y que sólo pretende que le respondan si es normal o no que le esté sucediendo ésto; ¡y no puede!, lo citan para no sé cuánto tiempo. ¿Cómo es posible?. La "CONSULTA A UN PROFESIONAL ENFERMER@ es tan simple como sencilla, ¡y no digamos en cuanto al precio!. ¡Pués no!, algunos señores médicos no lo consienten, y se les permite. Se les permite, obviamente, porque el gestor de turno es médico. Así que, ¡señores usuarios!, no es posible: a seguir esperando que esto cambie, si es que les coge a tiempo.
Decíamos y nos ratificamos en que el usuario está adscrito obligatoriamente al sistema sanitario público, y este sistema debe dar respuesta a esa demanda social, respuesta que no tiene por qué ser tan costosa como lo es la retribución de un médico. Un Enfermer@ tiene competencia (que no capacitación) para resolver todas esas preguntas, distinto será la respuesta a esa consulta, la cual puede ser resuelta sobre la marcha o, alternativamente, derivarse al profesional "más capaz" (aquí sí podrá escribirse "capaz). Como Enfermero soy competente, legalmente, para hacer un electrocardiograma, y puedo o no interpretarlo. Esto se puede poner en cuestión; sin embargo, si el electrocardiograma lo "lee" un médico, todos asumimos que sabe hacerlo, que es capaz, y esto no es nada cierto: cualquier médico no "experto" es incapaz de traducir las ondas electrocardiográficas, ¡y no pasa nada!. Recuerdo una historia clínica que dice: Juicio diagnóstico: según electrocardiograma. ¡Pues no señor!, esto es falso, ya que necesita otros datos y pruebas complementarias y diagnóstica. Pero, como decimos, ¡no pasa nada!. Sí pasaría, en cambio, si esto fuera hecho, dicho y escrito por un Enfermer@; entonces la medicina pondría el grito en el cielo.
En definitiva, estábamos hablando y preguntando que ¿de quién es el enfermo?, y la respuesta es bien sencillo: del Enfermer@, pero no durante unos minutos, tiempo en el que se "apropia" de él la medicina, estamos hablando de veinticuatro horas (menos esos escasos minutos que le dedica el médico); durante veinticuatro horas el paciente es protegido, valorado, evaluado, cuidado y tratado por Enfermer@s o Matronas, aunque esto no le guste a un serñor tocólogo que salio en la "tele" oponiéndose a ello: ¡qué verguieza ajena sentimos al escucharlo!. ¡Mira que decir en la tele que las parturientas son responsabilidad del Tocólogo!. Lo que le pase a una parturienta es responsabilidad del servicio de salud donde esté ingresada. La responsabilidad es lo que le debería aplicar cuando vds realizan una cesárea sin estar indicada; pero no, ¡no se preocupen los señores tocólogos!, que paga el sistema.
Y si los Enfermer@s somos esos profesionales que protegemos, valoramos, cuidamos y solucionamos los problemas que se presentan, ¿por qué el sistema sanitario no reconoce que ello es así?. ¿Qué papel, según el sistema sanitario, es el que desempeña una Enfermer@ en el sistema?. Como Enfermer@ estás adscrita en una determinada unidad, también lo está un determinado médico. Pero es la Enfermer@ la que no se "despega" de allí; el médico va y bien, como los autobuses, trenes y aviones. No sabes cuándo se va o viene, pero tú estás ahí, para cada vez que llame el paciente. El paciente va evolucionando, y en esas que ves llegar a dos tres de ellos y te llevas las manos a la cabeza, te pregunta, ¡qué le van a hacer, ahora que está tan tranquilo!, pues no lo sabemos. Con aquella prepotencia que les caracteriza, va y te dice: "prepara para hacer ...", y tú, ¡tan obediente!, vas y lo haces, a prisa y corriendo, porque, de repente, la solución se ha convertido en algo preferente. Reposas, pasas revista a lo "ordenado" y te preguntas: ¿qué era urgente?; terminas mascuyando: la próxima no caígo; la próxima vez lo va a preparar él. ¿De quién es el paciente?.
¿Se ha preocupado alguien de pensar como alternativa a determinadas patologías" que es más rentable económicamente un viaje de siete días a Canarias (por ejemplo) que la administración de setenta pastillas?. Cuando una persona tiene las veinticuatro horas del día disponible, sin ocupar, sólo, única y exclusivamente para pensar, sucede que hace un repaso de sus posibilidades, y encuentra que algún órgano no funciona como lo hacía antes; entonces se le ocurre una idea: voy al médico. Y por qué no dice, ¡voy a la Enfermer@!. No; no, esto está prohibido: la tele ha dicho que tengo que ir a mi médico. Y como el médico está muy ocupado y no puede atenderlo, decide "automedicarse", que para eso tiene al farmacéutico, ese que también lo dice la tele que puede aconsejarle. Pués bien, esos medicamentos y productos sanitarios que alguien decide tomar, por su cuenta y riesgo, son los que podrá "autorizar" una Enfermer@; pero para eso, ¡digo yo!, no hace falta estudiar una carrera. ¡Qué pena de servicios sanitarios!, ¡y de gestores!.

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